Hace ya unos días algunos amigos, quizás por masoquismo, me pidieron que escribiera algo sobre la firma del acuerdo de paz con las Farc y el plebiscito. Pues bien, no lo había hecho porque no tenía nada nuevo que decir. Realmente es tal la profusión de ideas que se han expuesto sobre el tema en esta y otras tribunas que mi opinión me parecía una reiteración mas o, si acaso, un simple gesto para lavar mi conciencia. En el intervalo viajé a Ruanda y tuve ocasión de reflexionar sobre lo que sucedió allá y compararlo con lo que ha sucedido en Colombia.
Mi conclusión es que la guerra es un estado de conflicto en que el argumento es el asesinato. Me explico, en todos los estados de contradicción, que son los que configuran la mayor parte de nuestra vida, pues todos somos seres individuales que generalmente poseemos intereses distintos, se utilizan diferentes argumentos para alcanzar uno u otro objetivo.
Vivimos en una situación de transacción permanente en la que obtenemos y cedemos de acuerdo a nuestros argumentos, que pueden ser la inteligencia —alguien convence a otro— , el dinero —alguien compra o contrata a otro—, la belleza —alguien conquista o seduce a otro—, en fin. La guerra aparece cuando preferimos el asesinato a los demás argumentos. Es un estado excepcional porque generalmente el ser humano se impone una serie de obstáculos para no asesinar. Estos obstáculos pueden ser morales, judiciales o utilitarios.
Pues bien, la guerra es el estado en que derrumbamos todos estos obstáculos y decidimos que asesinar está bien. Los conquistadores dicen que está bien porque ellos tienen el derecho o la capacidad del dominio sobre los demás, los patriotas aseguran que está bien porque ellos tienen el derecho a defender su territorio de los extranjeros, los revolucionarios dicen que está bien porque el régimen bajo el que viven es injusto y oprime al pueblo, los reaccionarios dicen que está bien porque los revolucionarios solo buscan su beneficio individual, se han birlado la ley y han atacado primero, en fin, sea cual sea el motivo, la guerra es el estado en donde se dice que el asesinato de otros hombres está justificado.
Pero no solo esto, también es el estado en que ese asesinato se vuelve el argumento del triunfador. Mejor dicho, el que sea mas eficiente en matar triunfa y, por ende, obtiene el derecho. Poco importa si lo que defendía era justo o no, si ganó la guerra tendrá el derecho. En Colombia la verdad es que no hemos tenido una guerra tan intensa como la que han vivido otros países.
Aunque han habido numerosas víctimas y desplazados, la verdad es que muchos aún no han sentido el impacto de una guerra en carne propia. Por eso somos tan ligeros al hablar de paz y de guerra. No obstante, mas allá de la intensidad de nuestra guerra, lo cierto es que sí hemos vivido en una época en donde el asesinato ha sido el argumento. Si hablamos claro, hay que decir que la guerrilla liberal y el partido liberal (primero) y la guerrilla comunista y el partido comunista después, lo utilizaron dentro de la estrategia de usar todas las formas de lucha para alcanzar el poder.
También, lo ha usado el estado colombiano legal (con el ejército y la policía) e ilegalmente (con los paramilitares), para sostener los gobiernos liberales y conservadores. Así mismo lo usaron los narcotraficantes para luchar contra la extradición, además de muchos terratenientes para cuidar y ampliar sus propiedades y muchos delincuentes y secuestradores para hacerse ricos. Mejor dicho, en algo más de 70 años, el asesinato ha sido considerado el argumento por antonomasia de la política colombiana.
La prueba es que si cualquiera de estos grupos le hubiera ganado al Estado en su momento, nadie estaría hablando de paz ahora. Lo mismo que nadie habla de paz en Cuba, por ejemplo. Habrían ganado y punto. Pero como el Estado es el que para bien o para mal ha triunfado, ahora se está hablando de paz. Esa es la verdad. De ahí que, la mejor razón para acabar con esta guerra, o para dar un paso mas para acabarla votando por el sí, sea la de erradicar el asesinato como argumento.
Ahora, esto no es tan fácil, porque después de 70 años de guerra, hay muchas heridas y si bien para algunos renunciar al asesinato solo es tener un medio menos, para otros es renunciar a la justicia, pues sus enemigos han asesinado a los suyos. Por esta razón, es que hay que ir mas allá de la justicia. Aquí llama la atención que en este proceso de paz se habla mucho de ella y todo es muy racional, como muy antiséptico, pero a esto le falta algo superior.
Le falta espíritu, le falta bondad. Nadie habla de la bondad en Colombia, pues es una virtud bastante desprestigiada en nuestra época y en nuestro país. Aquí desde niños nos enseñan a ser vivos y a valorar la viveza. Nos enseñan a ser verracos y a valorar la verraquera. Nos enseñan a ser inteligentes y a valorar la inteligencia, a buscar ser ricos y a valorar la riqueza, y lo que es muchos mas diciente, nos enseñan a ser malos y a valorar la maldad ¿O cuantos de nosotros no hemos dicho que de pelados éramos malos o con admiración, no decimos que alguien es re malo, en fin? Pero nadie o muy pocos enseñan a ser buenos y valorar la bondad.
Esto generalmente es visto como tontería. Sin embargo, mas allá de cualquier consideración, lo cierto es que la bondad humanamente sigue siendo la virtud superior y no conseguiremos esta paz solo con justicia, sino con bondad. Debemos atrevernos que este país le apueste a ser un buen país, para abandonar el asesinato como argumento. Este para mi es el sentido de la paz y es mi pequeña contribución a este enorme debate.