En el 2012 el último lugarteniente vivo de Pablo Escobar, el sicario Jhon Jairo Velásquez Vásquez, mas conocido como “Popeye” en el bajo mundo del hampa, se debatía entre su deseo de salir en libertad después de 20 años de prisión y su temor porque dicha libertad coincidiera con una ejecución por parte de sus enemigos apenas apareciera en las calles, ya que él había hablado demasiado.
El tipo debía salir en 2014, pero, a pesar de haber cumplido su condena, numerosas fuerzas de la nación colombiana se oponían a que el culpable de más de doscientos asesinatos y cerca de tres mil crímenes de otra índole, recuperara la libertad.
Sin embargo, pese a todas las oposiciones, en septiembre de ese año, después de pasar veintitrés años y tres meses en las peores prisiones de Colombia, Velásquez Vásquez, recuperó su libertad. Las cosas resultaron muy distintas a como imaginaba. Popeye en lugar de ser recibido como perseguido o un paria, se convirtió en una especie de rockstar del crimen en la ciudad de Medellín, así como en buena parte del mundo gracias a la influencia de las nacientes redes sociales.
Este documental lo coprodujimos con Prime Time Media y se vendió a US Spanic, Telemundo y a Netflix, plataforma donde se vio durante tres años.
Por el documental entendimos que estábamos en una nueva sociedad, que creaba ídolos diferentes. Las nuevas generaciones, que independientemente de su pasado, habían hecho que el canal de Youtube de Popeye llegara a tener más de setenta mil suscriptores y cerca de tres millones de visitas, parecían tomar los crímenes del sujeto como si fueran una ficción.
En fin, nosotros seguimos todo este proceso desde que Popeye estaba en la cárcel hasta que hizo su aparición victoriosa en las calles de Itagüí, el pueblo vecino a Medellín donde había arrancado su carrera criminal.
